Foro Semanal

Saludos, profesor Giovanny.

Gracias por bendecir nuestras vidas a través de este curso. Bueno, aquí comparto un poco de cómo ha sido mi experiencia con los desafíos en mi entorno social como cristiano; me gustaría tocar tres áreas diferentes, siendo primero el entorno familiar, segundo el entorno social en general, tercero el entorno social como pastor.

Primero, entorno familiar: No siendo un "cristiano de cuna", como comúnmente se dice, tuve que aprender a comprender a casi toda mi familia: tíos, primos, abuelos, amigos, desde diferentes áreas de mi nueva vida en Cristo, desde que acepté al Señor. Bueno, ellos sostenían sus creencias y sus costumbres tradicionales al punto que cuando les hablaba de la palabra de Dios, nuestra relación se vio muchas veces amenazada, pero que a través del tiempo y con mi insistencia de no dejarles de hablar, fueron cediendo y a la fecha uno a uno van entendiendo y convirtiéndose a Jesucristo, pero no fue fácil al principio. Con mi familia de mi entorno pequeño, como son mis padres, esposa e hijos, las cosas fueron diferentes (más comprensión).

Segundo, entorno social general: Cada vez son más las personas que ven a los cristianos como representantes de una institución que va en decadencia, perdiendo sus valores y la coherencia, que, por ende, cuando predicamos, son muy contadas las personas que quieren escucharnos. Por lo regular, en muchas ocasiones he sido rechazado y otras veces, al parecer, aceptado, pero "no te metas con lo de nosotros y nosotros no nos metemos contigo", pero es aquí donde me toca entender y ahora más; después de estar estudiando este curso, me está ayudando a ver el porqué de las cosas. Anteriormente lo vi solo desde una perspectiva cristiana, pero ahora lo veo también desde un sentido social y cultural en las personas. En conclusión, muchas veces he sido rechazado; a la gente no le gusta la verdad.

Tercero: Entorno pastoral: Esto parece cada vez más interesante, dado que en la iglesia, como en todas, creo que nos toca recibir personas de toda índole (alguien dijo: "La iglesia es como un hospital"), donde constantemente se reciben enfermos; algunos sanan rápidamente y a otros les toma más tiempo, y cuando esto sucede, llega un momento en que nos toca comprender y hasta cierto punto soportar, como lo dice la palabra Colosenses 3:13. Bueno, el punto es que sí, incluso dentro de la iglesia hay cierto desafío para ciertos cristianos convertidos de parte de los que aún están en el proceso de conversión, a los cuales basta un poco de tiempo y paciencia para ver en ellos la transformación completa. El asunto es entenderlos como cristianos y no cerrarles la puerta porque, como iglesia, somos llamados a ser agentes de cambio a través del conocimiento de la palabra de Dios y de la madurez espiritual.

Compartir experiencias sobre cómo han sido desafiados en su identidad cristiana en el contexto de su entorno social.

Bendiciones pastor, en realidad creo que mis experiencias son pocas, no he sido realmente desafiada como tal ya siendo cristiana, pues mi entorno social desde el momento en que decidí aceptar al Señor ha sido un entorno cristiano, no puedo negar que en el tema de la familia muchas veces he tenido que defender la palabra de Dios al tomar la decisión de seguirle, no todos en mi familia han tenido buenas experiencias o han visto buenos ejemplos de pastores cristianos en mi país Colombia. Desafortunadamente los testimonios que han dejado aquellas personas, no han sido los mejores, y la realidad es que por unos pocos pagamos todos, pero con el tiempo y mi cambio, en mi manera de ser, en mi manera de pensar, en mi manera de actuar y habiendo construido una familia cristiana completamente mis hijas mi esposo sirviendo comply al Señor además de mi desarrollado en el ámbito académico. La familia se ha dado cuenta de que las cosas son diferentes cuando se hacen bien y se hacen para Cristo por supuesto siempre honrando su palabra, no ha sido fácil pero si he visto que hay receptividad en el momento en que yo les hablo de Cristo en que les pido permiso para hacer una oración en algunos momentos específicos que yo creo que es necesario hacerlo, creo que todas estas cosas aportan a que el entorno social con respecto a la familia cambie la visión que ellos tienen de la identidad cristiana.
Como mencioné, estando en este país, sin familia y siendo mi única familia directa a mi esposo y mis hijas donde los cuatro servimos en la iglesia estando muy conectados con ella y la congregación, mi entorno no podría ser más que un entorno cristiano. Los amigos que tuve antes de convertirme aquí en Estados Unidos. Obviamente desaparecieron porque no eran personas que estuvieran cercanas a la palabra, debo reconocer que para mí no fue un gran problema, pues el Señor me fue guiando a sus caminos llegando el momento en que yo lo necesitaba desesperadamente y el alejamiento de estas personas lo vi como un bálsamo a mi vida, después de qué estas personas se alejaron cuando yo me convertí y acepté al Señor, mi vida empezó a fluir más tranquila y cambio totalmente el panorama de mi futuro. Al punto en que llegue a pensar que esas personas estaban truncando el camino que el señor tenía preparado para mí.
Pero como dice la Palabra, todas las cosas sobran para bien y estoy viendo los frutos.

Buen día, Personal y honestamente no he sido muy desafiada en mi identidad cristiana ya que estuve mucho tiempo en contextos con entornos sociales cristianos, pues estudié en un colegio cristiano y los fines de semana no faltaba a grupo de jóvenes ni al servicio dominical. Además, mi mamá en casa nos enseñaba los principios bíblicos y los modelaba. De más adulta también tenía la mentoría de una amiga madura en la fe. De esta manera socializaba y por lo tanto, mi identidad cristiana así se formaba y fortalecía a través de la iglesia a la que asistía y mi mamá.

Aunque en la universidad y el trabajo estaba en una cultura secular, los principios cristianos los tenía tan fuertes que no afectaban mi identidad cristiana, las personas a mi alrededor siempre sabían que yo tenía una relación con Dios, y yo también me sentía con gran compromiso de representar bien la vida cristiana, y esto lo mostraba siendo responsable con las responsabilidades que tenía, siendo honesta, tratando a las personas con respeto y disfrutando de lo que hacía, ya fuera estudiando o trabajando. Vivo en el mundo, pero no pierdo mi identidad en Cristo y los valores que he aprendido del Evangelio, más bien los vivo.

Sin embargo, cuando tomé la decisión de dejar mi buen trabajo en cual había estado y ascendido dentro de la empresa por 10 años, por servir a Dios tiempo completo como misionera, para mi entorno familiar no fue muy fácil entenderlo, un tío sacerdote católico, quien me aprecia mucho consideraba la decisión demasiado riesgosa, sin embrago, yo estaba muy convencida de este cambio de vida porque Dios me lo había confirmado claramente, así que mi familia, aunque tenía muchas dudas, también sintió tranquilidad porque me veían muy segura.

A lo largo de mi caminar cristiano he enfrentado varios desafíos que han puesto a prueba mi identidad y mis convicciones. Al inicio de mi vida de fe, el reto más fuerte fue dentro de mi propia familia. Yo era el único cristiano, y la escala de valores en mi hogar era prácticamente opuesta a la que estaba aprendiendo en Cristo. Mientras yo trataba de ordenar mi vida conforme a la Palabra, en mi entorno predominaban el alcohol, las fiestas y una visión muy ligera de las relaciones y la responsabilidad. Esto generó tensión, incomprensión y hasta burlas. Sin embargo, ese contexto me obligó a afirmar mis decisiones, aprender a ser firme sin ser agresivo y dar testimonio más con mi conducta que con mis palabras.

Más adelante, en la universidad, surgieron otros desafíos. Allí enfrenté presión social, debates intensos sobre la fe y cuestionamientos que buscaban ridiculizar las creencias cristianas. Fue un ambiente donde tuve que aprender a defender mi fe con respeto, pero también a reconocer mis propios límites y seguir creciendo.

Ya en la vida familiar, otro tipo de presión vino de la familia extendida de mi esposa. La forma en que decidimos criar a nuestras hijas desde valores cristianos fue motivo de críticas y malos entendidos. A veces se nos tildaba de exagerados o anticuados.

En todos estos escenarios, Dios ha usado cada desafío para fortalecer mi identidad en Cristo. He aprendido que la fe no se vive aislada, sino en medio de tensiones reales donde la gracia, la paciencia y la convicción se vuelven esenciales.

En mi experiencia, mi identidad fue desafiada cuando estaba en la secundaria y preparatoria. Vivía en un barrio peligroso y no asistía a un buen distrito escolar. Estaba rodeada de pandillas y muchas veces veía cómo algunos compañeros se metían en peleas, consumían drogas o tenían actitudes negativas. Muchas de mis amistades se involucraron con las pandillas, y eso me hacía sentir aislada. Terminé quedándome sin amistades y sola por mantener mis valores cristianos.

En ese tiempo, mi familia nos llevaba a una iglesia conservadora. Eso también era un reto porque no solo era difícil ser cristiana en un lugar lleno de malas influencias, sino que además debía adaptarme a las normas estrictas de la iglesia.

Sentirme diferente no era fácil, sobre todo siendo tan joven. Fui juzgada, rechazada y hasta burlada, y eso me daba miedo, me hacía dudar y sentirme sola. Pero esas experiencias me enseñaron a fortalecer mi fe y a vivirla con coherencia y amor, aunque otros no entendieran mis decisiones.

Aprendí que ser cristiana significa tomar decisiones basadas en los principios de Dios, buscar amistades que compartan tus valores y mantenerte firme aunque estés sola. Entendí que ser diferente no es algo malo, sino una oportunidad para vivir con integridad y mostrar con mis acciones la luz de Cristo.

Al mirar atrás, veo que todos esos desafíos me ayudaron a crecer y a consolidar mi fe. Aprendí que mantener una identidad cristiana sólida es posible, incluso en los lugares más difíciles y rodeada de personas que no comparten tus valores.

Personalmente puedo decir que mi identidad cristiana, aunque es propia, a menudo se ve desafiada en un entorno social que no depende de mí y que me hace vulnerable a acciones sociales que contradicen mis creencias. La cultura moderna, por ejemplo, promueve ideas, valores y estilos de vida que a menudo no coinciden con mis principios bíblicos. Este contraste sin duda crea presión, confusión y, en ocasiones, dudas internas sobre lo que realmente significa vivir como seguidor de Cristo.

Además, me enfrento al desafío de las personas que proclaman con vehemencia la corrección de sus creencias, incluso cuando están equivocadas. En una sociedad donde “cada quien tiene su propia verdad”, el mensaje bíblico de un Dios que establece principios firmes puede parecer anticuado o incluso incómodo. Esto puede tentarme a suavizar o comprometer mi fe para evitar el rechazo o las críticas, especialmente cuando las opiniones contrarias se presentan como más avanzadas o aceptables.

Otra fuente de desafío es la influencia de los medios y las redes sociales, que promueven estilos de vida centrados en la apariencia, el éxito rápido y la aprobación humana. Esta influencia está afectando a muchos cristianos, desviando nuestra atención hacia el egocentrismo y las posesiones, y cambiando poco a poco nuestros valores cristianos. Si me descuido, puedo caer fácilmente en la trampa de basar mi valor en la imagen o en la opinión de los demás, en lugar de en mi identidad en Cristo.

Sin embargo, he llegado a comprender que estos desafíos también pueden fortalecer mi identidad cristiana al impulsarme a depender más de Dios, buscar Su guía diariamente y afirmar con convicción quién soy en Él.

A lo largo de mi caminar cristiano he pasado por momentos que realmente han puesto a prueba mi identidad y mis convicciones. Uno de los primeros desafíos importantes lo viví dentro de mi propia familia. Cuando decidí seguir a Cristo, mis valores empezaron a cambiar y mi manera de vivir ya no era la misma. Sin embargo, en mi hogar no todos entendían esos cambios. A veces recibía comentarios, críticas o burlas que intentaban desanimarme. Aunque fue difícil, me mantuve firme, confiando en que Dios estaba obrando. Con el tiempo, vi algo hermoso: mi familia también llegó a conocer al Señor y sus vidas fueron transformadas. Lo que comenzó como un conflicto se convirtió en una de mis mayores bendiciones.

Más adelante enfrenté nuevos retos en el ambiente laboral. En varios trabajos tuve que lidiar con burlas, señalamientos y actitudes que buscaban minimizar mi fe. Había momentos en los que se esperaba que actuara como los demás, incluso cuando eso iba en contra de mis convicciones. Aunque muchas veces fue incómodo, elegí mantenerme fiel a Cristo y seguir actuando con integridad, aun cuando los demás no lo entendían.

A pesar de las críticas y la presión social, seguir a Jesús ha sido lo más significativo y transformador de mi vida. Cada prueba me ha ayudado a crecer, a fortalecer mi carácter y a depender más de Dios. He descubierto que vivir mi fe, incluso en medio de desafíos, trae paz, propósito y una certeza profunda de que Dios siempre me sostiene.

A lo largo de nuestra vida cristiana, todos enfrentamos momentos en los que nuestra identidad en Cristo es desafiada por el entorno social que nos rodea. En mi caso, uno de los retos más constantes ha sido mantener mis convicciones en medio de una cultura que promueve valores contrarios al evangelio. Lo que me ha mantenido firme es recordar que no me hice cristiano para seguir un montón de reglas, sino porque experimenté una relación real con Cristo. Es ese amor por Él lo que me lleva a abstenerme de cosas que el mundo ofrece y que pueden alejarme de su propósito. No es obligación, es gratitud y amor a Aquel que transformó mi vida.

Otro desafío importante ha surgido en el contexto político actual, donde ciertos grupos intentan presentarse como defensores de la fe para ganar aceptación. He visto situaciones en las que representantes o partidos especialmente algunos en el ámbito demócrata buscan mostrarse como cristianos, aunque sus posturas no siempre reflejen principios bíblicos. Esto puede generar confusión en la comunidad y representa un reto para quienes deseamos mantener una fe genuina. Por eso he aprendido la importancia de discernir con madurez y evaluar todo a la luz de la Palabra.

Aun así, estos desafíos se han convertido en oportunidades para que Dios fortalezca mi carácter y mi dependencia de Él. Vivir la identidad cristiana no solo implica resistir presiones, sino reflejar a Cristo con amor e integridad. En medio de la confusión, Él nos llama a ser luz y a mantenernos firmes en su verdad

Compartir experiencias sobre cómo han sido desafiados en su identidad cristiana en el contexto de su entorno social.

El desafío en mi entorno social ha sido minimo ya que desde que decidí entregar mi vida y servicio al Señor trato de relacionarme con mi comunidad cristiana. Mi desafío más grande, en realidad ha sido familiar, ya que todos profesan el catolicismo, ha puesto a prueba mi identidad cristiana muchas veces en mi entorno social. Pero siempre he tenido las habilidades para defender mi fe, para defenderla, para luchar. Y aunque hay veces que no estoy de acuerdo con sus creencias, no dejo que eso me intimide o me haga sentir inseguro. Entonces, cuando recibo un comentario que cuestiona si la Santa Palabra de Dios es verdadera, los escucharé y respetaré, pero también la defenderé, señalando por qué estoy donde estoy y por qué creo en lo que creo. Cuando, en el nivel más profundo, alguien me ha ofendido de alguna manera o ha cometido una injusticia, el perdón y el amor se sienten como un verdadero desafío en momentos difíciles, pero personalmente, me esfuerzo por vivir esas cosas porque estoy seguro de que son parte de mi carácter cristiano fundamental. Soy una verdad dura como una roca y no disfrazo mi creencia ni comprometo para ser querido, sino para dar testimonio del amor y la verdad de Dios. Por supuesto, hay ideas que parecen contrarias a la fe. Debo ser muy cuidadoso con lo que puede entrar en mi mente y corazón, y siempre hacerlo a la luz de la palabra de Dios. Confiado en que permanecer dentro de mi identidad cristiana, no importa cuán difícil (o cuán bajo pueda ser a veces), la acción fiel es valiente y un compromiso viviente de mi vida y eso en sí mismo marca la diferencia tanto en la vida como dondequiera que vaya. Por lo tanto, por difícil que sea, permanecer fuerte y defender mi fe me ha hecho más fuerte y espiritualmente aumentado en todos los sentidos que uno pueda imaginar, y ahora se puede observar incluso en mi familia.

En un contexto con entorno social donde somos desafiados en nuestra identidad cristiana, considero que la iglesia para mí ha sido una comunidad de fe donde he aprendido principios bíblicos por medio de conferencias y estudios bíblicos. También ha sido el espacio donde he encontrado el mayor apoyo, los mejores amigos, mis mentores y un espacio para compartir experiencias, además, aprendí a servir, desde preparando el refrigerio para escuela dominical hasta en viajes misioneros. Y estos principios aprendidos en la iglesia siempre fueron reforzados en mi casa con mi mamá. Así que como lo menciona el material provisto por el profesor de esta semana: para que la socialización cristiana sea efectiva, la familia y la iglesia deben trabajar juntas en armonía, con coherencia en los valores.

Bendiciones pastor, los desafíos que más he tenido han sido en el entorno familiar, ya que por ser la única de mi familia que he venido a los pies de Cristo he experimentado en ocasiones pláticas burlescas de parte de mis hermanos. Al principio me enojaba, pero entre más me meto con el Señor las burlas o críticas familiares las sobrellevo ahora más fácil con la ayuda de Dios y recordando la palabra, las promesas del Señor. Antes de venir a los pies de Cristo nos reunimos cada año en Navidad, Thanksgiving, Año nuevo, aunque siempre he sido para ellos objeto de burla desde niña. Recuerdo que de Nina mi papá me rapó el pelo porque agarre piojos y ellos de sobrenombre me decían: “La Jicama” y si me enojaba, pero ahora sé que Dios ya me ha sanado incluso esas heridas de la infancia. Soy de las que creen que cuando Dios nos cambia todo cambia a nuestro alrededor aunque los demás no cambien.

Otro desafío social en mi identidad cristiana ha sido en las congregaciones a las que he asistido, y salí de dos iglesias una porque se me levantaron dos hermanas que me hacían la vida de cuadritos, y la otra porque según esta doctrina la mujer no podía ser llamada por Dios. Cuando empecé a asistir a la iglesia donde asisto hoy al principio todo era muy bonito, todos me recibían con una sonrisa un saludo apretado, pero ahora que llevo 2 años algunos ya ni me saludan y algunas hermanas me han levantado falsos, críticas, y yo jamás me imaginé que la vida cristiana tuviera que ser así. Aun así he decidido permanecer sabiendo y reconociendo que no estoy ahí por ellos sino por mi Cristo. Aunque no entiendo nada yo le digo al Señor que Él tiene el control, no entiendo cómo les cae mal de un día para otro, y realmente algunas personas son personas que ya predican la palabra del Señor, yo solo soy maestra de niños. Lo único bonito es que la líder de la congregación tiene una humildad muy grande y hermosa y ella nos ve a todos de igual manera.
En el ambito familiar: los desafios que tuve que pasar cuando empece a asistir a la iglesia, yo me llevaba a mis ninos pequenos y mi esposo siempre se quedaba en casa, pero pronto empezo a mostrarse un poco duro y burlesco conmigo, cuando teniamos discusiones me decia: “Hay donde esta la hermanita santa, la que asiste todos los dias a la iglesia. Acuerdate que ya eres cristiana y por lo tanto debes portarte bien” Todo esto a mi me desconcertaba en este tiempo. Pero a los dos años mi esposo empezó a acompañarme a la iglesia, se bautizó y en el 2021 nos casamos. Ahora ya lo veo como más conectado con el Señor, lee la Biblia y ora.

También pasaba por tiempos muy difíciles porque mi hijo el mayor me faltaba mucho al respeto, y una vez se quedó con la mano en el aire queriendo levantar su mano contra mí. Un día lo encontré fumando droga, y lo enfrente pero él no reaccionó estaba drogado. Sentia que mi vida se desvanecia, me fui al cuarto a llorar y ahi escuche a Dios que me dijo: “que dejara de llorar y que orara por el. El me dijo, “tienes que reprender, y hablarle al enemigo que lo suelte que tu hijo me pertenece” Asi lo hice tal como Dios me dijo, y tambien me empece a ayunar por mi hijo y en poco tiempo mi hijo me empezo a acompanar a la iglesia. Al poco tiempo mi hijo se bautizó, luego se juntó con una muchacha y ella también se bautizó. Ahora ya tienen una niña y la presentaron al Señor y estoy esperando a qué horas toma la decisión para el casamiento. La noticia más hermosa que mi hijo me dio es que sonó que tuvo un encuentro con Dios. Eso me llevó de alegría.