Cuando inicié a leer este libro fui abordado por la forma en que el autor Richard Foster nos presentaba las disciplinas, soy honesto por mucho tiempo practiqué de manera individual quizás lo que eran las disciplinas internas, pero con un enfoque diferente al que el autor nos las presentó, por lo que quiero decir que fui confrontado, animado y desafiado a ser cambios prácticos en cada disciplina.
Ahora que estudio las disciplinas externas que son la sencillez, el retiro, la sumisión y el servicio nuevamente soy desafiado a ser cambios profundos; en cuanto a la pregunta de cómo estas disciplinas ayudan a hacer un mundo un lugar mejor, es porque cada una de ellas está conectada una con la otra transformando nuestra vida espiritual, nuestro “YO INTERNO” y esto nos ayuda a impactar positivamente a los que nos rodean. Estas disciplinas nos forman desde adentro, y eso se refleja afuera en nuestras acciones.
La disciplina de la sencillez es vital en la vida de un hijo de Dios ya que por la necesidad de alimentar nuestro “ego” comenzamos a vivir tan enfocados en lo momentáneo (lo importante) y nos olvidamos de lo eterno “Dios”; dando como resultado el dejar de vivir una vida auténtica en Dios. Hablar de la disciplina del retiro son los momentos que necesito para salir del bullicio y escuchar a Dios en el silencio y la quietud. Definitivamente no es fácil tomar estos tiempos donde dejas la actividad constante y no sabes cómo decirle a tu “Yo”que se detenga en medio del afán, pero si queremos edificar un mundo mejor, guiado por el Espíritu Santo, necesitamos más de esto.
La sumisión y el servicio llegan como resultado de estar viviendo cada una de estas disciplinas que se están ejercitando, son frutos de estas disciplinas; el pasar tiempo con nuestro Dios, siendo que el mismo es la esencia del amor, la misericordia, el perdón, la gracia, nos hará parecernos a él y dejar de ser gobernados por nosotros mismos. Cuando servimos como Jesus lo hizo, edificaremos nuestras comunidades.