Estimada Ana Cristina luego de leer tu reflexión, quiero decirte que me sentí muy identificado con muchas de las ideas que compartiste. Creo que resumiste muy bien lo que este curso ha significado para nosotros: no solo aprender sobre la historia de la filosofía, sino aprender a pensar de una manera más profunda, libre y consciente. Me llamó mucho la atención cuando hablaste de “deshabituarse” y mirar el mundo con asombro. Ese ejercicio de detenernos, de observar como si fuera la primera vez, me ha parecido transformador. Muchas veces damos todo por hecho, y en ese piloto automático se nos escapan las preguntas más esenciales. Coincido contigo en que ahí es donde empieza el filosofar: en el asombro y la inquietud. También resalto lo que dijiste sobre escuchar con humildad, como Sócrates. Creo que en lugar de apresurarme a defender “mi verdad”, debo empezar a preguntarme lo que tú dijiste: ¿Qué puedo aprender de esto? Esa actitud cambia por completo el enfoque del diálogo. Ya no se debe trata de tener razón, sino de buscarla juntos. Lo que mencionas del entretenimiento como distracción me parece muy cierto. Hoy en día hay tanto estímulo superficial que a veces olvidamos que el deseo de saber está dentro de nosotros. La filosofía, en ese sentido, nos devuelve el gusto por las preguntas que importan y nos ayuda a vivir con más profundidad. Finalmente, me encantó tu conclusión: amar la filosofía como se ama a una persona. Qué cuadro tan maravilloso, el conocimiento filosófico no se impone, como bien dijiste, sino que se cultiva en el diálogo y en el deseo de crecer juntos.
