Comentario filosófico personal Foro: Lo más valioso que descubrí en este curso Tarea: Proyecto final
Lo más valioso que descubrí en este curso de Introducción a la Filosofía es que la filosofía no es algo lejano ni complicado como pensé al principio, sino algo que toca profundamente nuestra vida diaria. Entendí que la filosofía nace del asombro, de preguntarnos por el sentido de las cosas, por qué existimos, qué es el bien, y qué significa vivir una buena vida. Y eso me hizo ver que todos, de alguna manera, somos filósofos cuando nos hacemos preguntas profundas sobre nosotros mismos, el mundo y Dios. Una de las cosas que más me impactó fue descubrir cómo el pensamiento o filosofía clásico, sigue teniendo mucho que enseñarnos hoy. Me ayudó a entender que la razón es un don que Dios nos dio para buscar la verdad, y que no se trata solo de acumular conocimientos, sino de buscar con honestidad lo que es verdadero y bueno. La filosofía me ayudó a ver que usar bien nuestra inteligencia también es una forma de amar a Dios, como decía san Agustín: “Cree para entender y entiende para creer”. También me di cuenta de que muchas veces vivimos sin cuestionar lo que hacemos o lo que creemos. Este curso me animó a no conformarme con lo superficial, a no quedarme solo con lo que “todos dicen”, sino a buscar respuestas más profundas. En este sentido, la filosofía me mostró la importancia de cultivar una vida interior, de pensar con claridad y coherencia, pero también con humildad, reconociendo que hay verdades más grandes que nosotros, que vienen de Dios. Desde mi fe cristiana, ver cómo la filosofía puede dialogar con la teología fue muy enriquecedor. Entendí mejor cómo muchas preguntas filosóficas preparan el camino para encontrarse con Cristo, que es la Verdad con mayúscula. Finalmente, este curso me ayudó no solo a pensar mejor, sino también a vivir mejor, con más sentido, más apertura a Dios y a los demás. Me voy con muchas preguntas, sí, pero también con una certeza: vale la pena buscar la verdad, porque en ese camino uno también se encuentra con Dios.
Desde mi perspectiva o fe cristiana, fue muy enriquecedor descubrir cómo la filosofía puede dialogar con la teología. No son opuesta, entendí que ambas disciplinas pueden complementarse cuando se busca la verdad con humildad. La filosofía aporta preguntas profundas y razonamientos críticos, mientras que la teología responde desde la revelación divina, ofreciendo luz y esperanza eterna. Este aprendizaje me permitió fortalecer mi fe, no desde la ignorancia, sino desde la reflexión. Me ayudó a ver que Dios no está peleado con la razón, sino que la fe bien fundamentada también piensa, discierne y entiende
Eduardo estoy de acuerdo con tigo, cuando dices que la filosofía nace del El asombro, por tanto, es el punto de partida de la reflexión filosófica y también de la apertura a lo divino. En lugar de cerrar el pensamiento, lo amplía; en vez de dar respuestas definitivas, nos lanza hacia preguntas más profundas. Así, el asombro nos enseña a pensar y a creer
Eduardo, todos los puntos que mencionas de tu aprendizaje son para mí como un repaso en resumen de lo que vimos y muy enriquecedores. Gracias por compartirlos. Me identifico con lo que escribes y en particular con que para mí pensar en "filosofía" era algo que consideraba un estudio pesado y difícil, pero a partir de la primera vez que el profesor nos dio ese amplio panorama en el intensivo, se derribó tal concepto. Al igual me voy aprendiendo a preguntar más y a no dar ni recibir respuestas rápidas.
Eduardo, haces mención a la importancia de cultivar una vida interior, pensar con claridad y coherencia y recordé algo que aprendimos durante estas siete semanas, que la filosofía se estudia siguiendo pasos: El primero es decidir que se hará un estudio transformador. El segundo es desarrollar el arte de preguntar. El tercero es hacer que la lectura filosófica no sea algo pasivo sino activo. El cuarto es aprender cómo argumentar. El quinto es cultivar la paciencia. El sexto es aprender a vivir filosóficamente. Si pensamos en "cultivar" significa seguir un proceso hacia la búsqueda de la Verdad. Este curso dejó un llamado, quiero cultivar esa vida.
Lo más trascendental que aprendí en este curso fue el papel fundamental de la pregunta filosófica como punto de partida para el conocimiento, no solo académico, sino también existencial. Mediante la lectura del libro Introducción a la Filosofía de Genara Castillo Córdova, me di cuenta que la filosofía clásica no es solo un conjunto de teorías pasadas, sino una invitación constante a cuestionar el mundo, a buscar la verdad y a examinar la vida con profundidad y sentido.
A nivel personal, descubrí que muchas veces pasamos por la vida sin detenernos a pensar realmente por qué hacemos lo que hacemos, y la filosofía me ayudó a detenerme, a observar y a profundizar en mis convicciones. Eso despertó en mi la idea que debemos buscar un significado más profundo en nuestras vidas, y que el deseo de entender, de reflexionar, es algo que Dios puso en nosotros como parte de nuestra naturaleza racional y espiritual.
Me impresionó conocer a pensadores como San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dos grandes filósofos que además fueron creyentes con una profunda fe. San Agustín me ayudó a entender que el corazón humano siempre está inquieto, y que la búsqueda de la verdad es al mismo tiempo una búsqueda del amor. Por otro lado, Santo Tomás me ayudó a comprender que la fe y la razón no están en conflicto o separadas, sino que se fortalecen entre sí, porque toda verdad viene de Dios. Gracias a sus enseñanzas me permitieron ver que se puede pensar con profundidad sin abandonar la fe, y que Dios nos dio la razón como una herramienta para acercarnos más a Él. Me quedo con la reflexión en mi corazón: buscar la verdad con honestidad es también un camino para encontrar a Dios.
A nivel personal, descubrí que muchas veces pasamos por la vida sin detenernos a pensar realmente por qué hacemos lo que hacemos, y la filosofía me ayudó a detenerme, a observar y a profundizar en mis convicciones. Eso despertó en mi la idea que debemos buscar un significado más profundo en nuestras vidas, y que el deseo de entender, de reflexionar, es algo que Dios puso en nosotros como parte de nuestra naturaleza racional y espiritual.
Me impresionó conocer a pensadores como San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dos grandes filósofos que además fueron creyentes con una profunda fe. San Agustín me ayudó a entender que el corazón humano siempre está inquieto, y que la búsqueda de la verdad es al mismo tiempo una búsqueda del amor. Por otro lado, Santo Tomás me ayudó a comprender que la fe y la razón no están en conflicto o separadas, sino que se fortalecen entre sí, porque toda verdad viene de Dios. Gracias a sus enseñanzas me permitieron ver que se puede pensar con profundidad sin abandonar la fe, y que Dios nos dio la razón como una herramienta para acercarnos más a Él. Me quedo con la reflexión en mi corazón: buscar la verdad con honestidad es también un camino para encontrar a Dios.
De acuerdo pastor José Luis. La fe y la razón no están en conflicto, sino que se complementan. La razón nos permite comprender el mundo y la fe nos permite creer en algo más allá de lo que podemos comprender con la razón. Dios es el origen tanto de la fe como de la razón, por lo tanto, no pueden estar en contradicción.
Estimado José Luis, me pareció muy chevre cómo destacaste la filosofía no solo en lo académico, sino también en tu vida personal y espiritual. Me llamó la atención especialmente lo que dijiste sobre San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Yo también quedé impactado por cómo ellos integraron la razón con la fe, y cómo muestran que cuestionar no es dudar de Dios, sino acercarse más a Él. La frase que compartiste al final, sobre buscar la verdad con honestidad como camino hacia Dios, me pareció muy retadora e inspiradora.
José Luis, excelente síntesis de lo aprendido en este curso. Comparto contigo que fue un aprendizaje nuevo el concepto de que es Dios el que despierta en nosotros el deseo de entender las cosas al darnos la razón y que eso también hace parte de nuestra vida espiritual.
De tu comentario, estimado licenciado José Luis, aprendo que la filosofía nos ayuda a detenernos y reflexionar sobre nuestras acciones y convicciones. Resaltas cómo este proceso nos permite buscar un significado más profundo en la vida y comprender que el deseo de entender es parte de nuestra naturaleza dada por Dios. Me parece importante que compartas que reflexionar y cuestionar enriquece nuestra vida espiritual y racional, ayudándonos a vivir con mayor propósito y coherencia.
Lo más valioso que descubrí en el curso de filosofía, especialmente a través del libro Introducción a la Filosofía de Genara Castillo Córdoba, fue la capacidad de la filosofía para cuestionar lo que parecía incuestionable. Antes del curso, muchas de mis ideas sobre la vida, la verdad, la libertad y el conocimiento las había aceptado sin reflexión. La lectura y análisis de los contenidos me permitieron comprender que la filosofía no busca simplemente respuestas, sino que enseña a pensar críticamente, a preguntar con profundidad y a no conformarse con lo aparente.
Uno de los aspectos que más me impactó fue el estudio del ser humano como un ser abierto a la trascendencia. Esta idea me hizo replantear el sentido de mi existencia y el papel que ocupo en el mundo. También encontré valiosa la reflexión sobre la libertad, entendida no como simple capacidad de elegir, sino como responsabilidad ante las decisiones que tomamos. La libertad implica asumir consecuencias y actuar con conciencia, lo cual tiene profundas implicaciones éticas.
Gracias a este curso y al enfoque accesible y claro de Castillo Córdoba, descubrí que la filosofía no es una disciplina lejana o inútil, sino una herramienta vital para construir un pensamiento propio, autónomo y comprometido. Esta experiencia me dejó el deseo de seguir explorando el pensamiento filosófico y aplicarlo a mi vida cotidiana, no como una teoría abstracta, sino como una forma de vivir con mayor profundidad y sentido.
Uno de los aspectos que más me impactó fue el estudio del ser humano como un ser abierto a la trascendencia. Esta idea me hizo replantear el sentido de mi existencia y el papel que ocupo en el mundo. También encontré valiosa la reflexión sobre la libertad, entendida no como simple capacidad de elegir, sino como responsabilidad ante las decisiones que tomamos. La libertad implica asumir consecuencias y actuar con conciencia, lo cual tiene profundas implicaciones éticas.
Gracias a este curso y al enfoque accesible y claro de Castillo Córdoba, descubrí que la filosofía no es una disciplina lejana o inútil, sino una herramienta vital para construir un pensamiento propio, autónomo y comprometido. Esta experiencia me dejó el deseo de seguir explorando el pensamiento filosófico y aplicarlo a mi vida cotidiana, no como una teoría abstracta, sino como una forma de vivir con mayor profundidad y sentido.
En lo personal, creo firmemente que la libertad verdadera no es hacer lo que uno quiere sin límites, sino actuar con responsabilidad, sabiendo que nuestras decisiones tienen un impacto real en nosotros y en los demás. La libertad, desde el punto de vista cristiano, va acompañada de conciencia y compromiso. Esa conciencia nos lleva a reflexionar antes de actuar, a elegir el bien y con integridad. Por eso, la libertad mal entendida puede convertirse en un engaño, pero la libertad ejercida con conciencia y guiada por la Palabra de Dios nos lleva a una vida ética, plena y con propósito.
Lo más valioso de este curso de Filosofía fue descubrir que en la búsqueda de la verdad hay que ejercitarse aprendiendo a pensar y que para ello hay que filosofar (amar la sabiduría). Se necesita “deshabituarse”, dejar de dar por obvio lo que me rodea, admirarme deteniéndome a mirar con asombro, como si fuera la primera vez que veo. Esta actitud me lleva a identificarme con Sócrates reconociendo la docta ignorancia: “Solo sé que no sé nada” y con actitud humilde escuchar lo que otro sabe y me quiere decir, absteniéndome de decirle lo que yo creo que sé.
Descubrí que cuando no estoy de acuerdo con lo que otra persona dice, en lugar de responder me puedo preguntar: ¿Qué puedo aprender? Y, recordar lo que dijo San Agustín: “toda verdad es de Dios”, y las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:21: “…pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno…” (NTV), Hay que aprender a pensar críticamente, esto es aprender a analizar.
Descubrí hacia donde nos lleva tanto “entretenimiento” que nos mantiene distraídos para que no aprendamos a profundidad y estemos saltando de una cosa a otra, lo que nos conduce a ignorar el anhelo natural de aprender, que es inherente a todo ser humano y que a través de preguntas filosóficas lleva a conocer y a descubrir diferentes niveles de profundidad de nuestra realidad.
Descubrí que no se requiere ir a la universidad para filosofar, sino reconocer ese deseo que está dentro del ser humano, como lo expresó Aristóteles: “Todos los hombres desean saber por naturaleza”.
Fue un descubrimiento escuchar que mientras la religión tiene un método de inclusión que genera exclusión, la filosofía camina hacia Dios integrando todo y a todos. Y que la verdadera medida de espiritualidad es qué tanto impactas la vida de los que te rodean porque estás aprendiendo a vivir en búsqueda, con sentido, profundamente y de esta manera haces mejor la vida de los que están a tu alrededor.
Descubrí que se aprende a amar a la filosofía de la misma manera que a las personas: conociéndolas, pasando tiempo con ellas, valorándolas. La amamos cuando decidimos buscarla activamente y esto comienza en la interioridad de cada persona; el conocimiento pasa de lo individual a lo comunitario mediante el diálogo con otros y de ahí nace el debate que genera humildad en el filósofo que no impone, no presume sino que invita a descubrir y despierta con preguntas profundas.
Bibliografía:
Puppo, Guillermo. Introducción a la filosofía. EFM Licenciatura en Teología y Liderazgo.
Descubrí que cuando no estoy de acuerdo con lo que otra persona dice, en lugar de responder me puedo preguntar: ¿Qué puedo aprender? Y, recordar lo que dijo San Agustín: “toda verdad es de Dios”, y las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:21: “…pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno…” (NTV), Hay que aprender a pensar críticamente, esto es aprender a analizar.
Descubrí hacia donde nos lleva tanto “entretenimiento” que nos mantiene distraídos para que no aprendamos a profundidad y estemos saltando de una cosa a otra, lo que nos conduce a ignorar el anhelo natural de aprender, que es inherente a todo ser humano y que a través de preguntas filosóficas lleva a conocer y a descubrir diferentes niveles de profundidad de nuestra realidad.
Descubrí que no se requiere ir a la universidad para filosofar, sino reconocer ese deseo que está dentro del ser humano, como lo expresó Aristóteles: “Todos los hombres desean saber por naturaleza”.
Fue un descubrimiento escuchar que mientras la religión tiene un método de inclusión que genera exclusión, la filosofía camina hacia Dios integrando todo y a todos. Y que la verdadera medida de espiritualidad es qué tanto impactas la vida de los que te rodean porque estás aprendiendo a vivir en búsqueda, con sentido, profundamente y de esta manera haces mejor la vida de los que están a tu alrededor.
Descubrí que se aprende a amar a la filosofía de la misma manera que a las personas: conociéndolas, pasando tiempo con ellas, valorándolas. La amamos cuando decidimos buscarla activamente y esto comienza en la interioridad de cada persona; el conocimiento pasa de lo individual a lo comunitario mediante el diálogo con otros y de ahí nace el debate que genera humildad en el filósofo que no impone, no presume sino que invita a descubrir y despierta con preguntas profundas.
Bibliografía:
Puppo, Guillermo. Introducción a la filosofía. EFM Licenciatura en Teología y Liderazgo.
Ana Cristina, Descubrir que el asombro puede ser un camino hacia Dios ha sido una de las experiencias más significativas de mi encuentro con la filosofía. En un mundo donde todo parece explicarse científicamente, redescubrir la capacidad de asombrarme ante lo cotidiano —el cielo estrellado, el amor humano, el orden de la naturaleza— ha renovado mi fe y mi pensamiento. El asombro me ha llevado a reconocer que hay realidades que trascienden lo material y que apuntan a una fuente última de sentido.
Nidian, me alegra oírte decir que tu fe y pensamiento han sido renovados al descubrir que el asombro puede ser un camino hacia Dios. Yo he hecho el ejercicio práctico sugerido por el profesor, de preguntarme antes de dormir ¿Qué me admiró hoy? y ha sido una grata experiencia que ha revelado nuevos pensamientos. Con ese enfoque he tenido nuevas percepciones durante el día que antes pasaban desapercibidas.
Estimada licenciada Ana Cristina, tu comentario me invita a reflexionar sobre la importancia del diálogo y el crecimiento personal a través de la apertura mental. En lugar de reaccionar con rechazo ante opiniones distintas, es valioso preguntarme, de todo lo que se piensa y se dice, qué aporta ello a mi vida (con qué me quedo y qué desecho). La referencia a San Agustín y Pablo refuerza la idea de discernir y evaluar críticamente la información, aceptando solo lo que es verdadero y útil. Pienso que este enfoque fomenta una mentalidad de aprendizaje constante que nos lleva a aprender de todo y de todos.
Estimada Ana Cristina luego de leer tu reflexión, quiero decirte que me sentí muy identificado con muchas de las ideas que compartiste. Creo que resumiste muy bien lo que este curso ha significado para nosotros: no solo aprender sobre la historia de la filosofía, sino aprender a pensar de una manera más profunda, libre y consciente. Me llamó mucho la atención cuando hablaste de “deshabituarse” y mirar el mundo con asombro. Ese ejercicio de detenernos, de observar como si fuera la primera vez, me ha parecido transformador. Muchas veces damos todo por hecho, y en ese piloto automático se nos escapan las preguntas más esenciales. Coincido contigo en que ahí es donde empieza el filosofar: en el asombro y la inquietud. También resalto lo que dijiste sobre escuchar con humildad, como Sócrates. Creo que en lugar de apresurarme a defender “mi verdad”, debo empezar a preguntarme lo que tú dijiste: ¿Qué puedo aprender de esto? Esa actitud cambia por completo el enfoque del diálogo. Ya no se debe trata de tener razón, sino de buscarla juntos. Lo que mencionas del entretenimiento como distracción me parece muy cierto. Hoy en día hay tanto estímulo superficial que a veces olvidamos que el deseo de saber está dentro de nosotros. La filosofía, en ese sentido, nos devuelve el gusto por las preguntas que importan y nos ayuda a vivir con más profundidad. Finalmente, me encantó tu conclusión: amar la filosofía como se ama a una persona. Qué cuadro tan maravilloso, el conocimiento filosófico no se impone, como bien dijiste, sino que se cultiva en el diálogo y en el deseo de crecer juntos.
En este curso, he descubierto valiosas lecciones que han transformado mi perspectiva. Al no poder escoger una de ellas me permitire la atribuición de presentar tres ideas que rescatar para aplicar en mi vida personal. En primer lugar, el desarrollo de un hábito de cultivar la capacidad de asombro ante la realidad. Deshabituarme de lo cotidiano y formular preguntas esenciales será un reto que me llevará a una comprensión más profunda del mundo y de mi propia existencia. Este asombro me impulsa a buscar respuestas más allá de lo superficial.
En segundo lugar, la humildad filosófica, reconociendo que "sólo sé que nada sé" . Esta conciencia de mi propia ignorancia me permite acercarme a la verdad con una mente abierta y sin prejuicios. Comprendo que el camino hacia el conocimiento es un proceso continuo de aprendizaje y descubrimiento, que requiere esfuerzo, paciencia y la voluntad de cuestionar mis propias creencias.
Finalmente, el hecho que la fe y la razón no son fuerzas antagónicas, sino saberes complementarios que se enriquecen mutuamente. El mismo Dios que nos llama a tener fe (Hebreos 11) me pide amar el conocimiento (Proverbios 2:6) y fortalecer la razón. La fe proporciona certeza y fundamento, mientras que la razón ilumina y profundiza nuestra comprensión. Ambas tienen el mismo origen y pueden coexistir en armonía, permitiéndonos alcanzar una visión más completa de la verdad. La fe, lejos de destruir la razón, la supera y le confiere plenitud. Esta integración de la fe y la razón me permite abordar los desafíos de la vida con mayor profundidasd, confianza, sabiduría y discernimiento.
En segundo lugar, la humildad filosófica, reconociendo que "sólo sé que nada sé" . Esta conciencia de mi propia ignorancia me permite acercarme a la verdad con una mente abierta y sin prejuicios. Comprendo que el camino hacia el conocimiento es un proceso continuo de aprendizaje y descubrimiento, que requiere esfuerzo, paciencia y la voluntad de cuestionar mis propias creencias.
Finalmente, el hecho que la fe y la razón no son fuerzas antagónicas, sino saberes complementarios que se enriquecen mutuamente. El mismo Dios que nos llama a tener fe (Hebreos 11) me pide amar el conocimiento (Proverbios 2:6) y fortalecer la razón. La fe proporciona certeza y fundamento, mientras que la razón ilumina y profundiza nuestra comprensión. Ambas tienen el mismo origen y pueden coexistir en armonía, permitiéndonos alcanzar una visión más completa de la verdad. La fe, lejos de destruir la razón, la supera y le confiere plenitud. Esta integración de la fe y la razón me permite abordar los desafíos de la vida con mayor profundidasd, confianza, sabiduría y discernimiento.