Relación entre filosofar y admirarse.
La relación entre filosofar y admirarse se encuentra en el reconocimiento de que la admiración (o asombro) es el punto de partida del filosofar. Esta idea se basa en la tradición clásica, especialmente en pensadores como Platón y Aristóteles, quienes afirmaban que la filosofía nace cuando el ser humano se detiene a contemplar la realidad y se sorprende ante ella, al no comprender del todo su sentido, origen o propósito. Ese asombro inicial ante el mundo y sus misterios lleva a formular preguntas profundas como: ¿Por qué existe algo en vez de nada? ¿Qué es el bien? ¿Qué es la verdad? Estas preguntas no surgen por mera curiosidad, sino por un deseo profundo de comprender lo que nos rodea y a nosotros mismos. Por eso, filosofar implica una actitud abierta, reflexiva y crítica que surge cuando el ser humano se da cuenta de que la realidad no se agota en lo inmediato o superficial.En resumen, admirarse es el impulso que pone en marcha el filosofar, ya que despierta el deseo de conocer, comprender y buscar la verdad. La filosofía, por tanto, comienza con la capacidad de asombrarse ante lo cotidiano y lo extraordinario.
Bibliografía:
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013
Bibliografía:
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013
Estimado Eduardo, reafirmando que filosofar es también una expresión de libertad: quien piensa por sí mismo comienza a caminar hacia una comprensión más auténtica del mundo, de los otros y de sí mismo. No se trata solo de reflexionar, sino de asumir una disposición interior que cuestiona, que no se conforma con lo superficial. Filosofar o pensar implica ir más allá de lo que se ve o se da por sentado; es una forma de inquietud existencial que aparece cuando la persona intuye que la existencia va más allá de lo superficial o rutinario.
La relación entre filosofar y admirarse es fundamental. La filosofía, en sus inicios, se considera que parte de la admiración y el asombro ante el mundo y la existencia. Este sentimiento de asombro es lo que impulsa al ser humano a buscar la verdad y la comprensión de la realidad. La admiración, en este sentido, no es simplemente un sentimiento, sino el punto de partida para la reflexión y el cuestionamiento filosófico
Como dices, Nidian, el punto de partida para filosofar es la admiración y el asombro frente al mundo y su existencia. Considerar a la filosofía como una necesidad para todo ser humano que quiere vivir en comunidad es algo que justifica detenerse a pensar, porque no es un lujo para los que tienen tiempo y para lograrlo hay que recuperar el ocio filosófico y no seguir siendo consumidos por la cultura, la política, la información y las redes sociales que son dioses de este siglo.
Eduardo, interesante porque pones de manifiesto la esencia del filosofar. Ese asombro inicial, esa capacidad de maravillarse ante la existencia, es el motor que impulsa la búsqueda de respuestas a las preguntas fundamentales. La filosofía, entonces, se convierte en una exploración constante, un ejercicio de pensamiento crítico que nos invita a cuestionar lo dado y a profundizar en la naturaleza de la realidad y nuestra propia existencia.
Estimado Eduardo
Muy buena tu reflexión y resalto las palabras de asombro, contemplación, tratar de comprender en todo su sentido; pero por el hecho ce una mera curiosidad, sino el de hacer las preguntas que trascienden nuestras vidas.
Muy buena tu reflexión y resalto las palabras de asombro, contemplación, tratar de comprender en todo su sentido; pero por el hecho ce una mera curiosidad, sino el de hacer las preguntas que trascienden nuestras vidas.
En su obra Introducción a la Filosofía, Genara Castillo analiza la profunda relación entre la admiración y el ejercicio de filosofar. Siguiendo la tradición de los filósofos como Platón y Aristóteles, Castillo sostiene que la filosofía surge de la admiración, entendida como una actitud de asombro y desconcierto ante la realidad que impulsa al ser humano a buscar respuestas más allá de lo evidente.
Castillo caracteriza la admiración como una "actitud de serena insatisfacción", una inquietud que lleva al individuo a cuestionar lo habitual y a indagar en las causas fundaméntales o profundas de las cosas. Esta disposición no es una mera curiosidad superficial, sino un impulso profundo hacia la verdad. El filósofo, movido por esta admiración, no se conforma con las respuestas inmediatas, sino que busca comprender la esencia de la realidad. Además, Castillo destaca que el encuentro con la verdad produce un "deslumbramiento o asombro " que transforma la vida del pensador.
La admiración, por tanto, no es únicamente el inicio del filosofar, sino también la fuerza que sostiene la búsqueda continua de sabiduría. La admiración es aquí entendida no solo como una reacción inicial ante lo desconocido, sino como una actitud sostenida de apertura, curiosidad y humildad intelectual. Esta perspectiva sugiere que filosofar no es una tarea que se agota en la resolución de preguntas, sino una disposición constante del espíritu que se alimenta del asombro ante la realidad. En síntesis, según Genara Castillo Córdova, la admiración constituye el punto de partida del filosofar. Es una actitud de asombro y cuestionamiento que impulsa al ser humano a buscar la verdad y a comprometerse con ella, transformando su vida en el proceso.
Bibliografia
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013.
Castillo caracteriza la admiración como una "actitud de serena insatisfacción", una inquietud que lleva al individuo a cuestionar lo habitual y a indagar en las causas fundaméntales o profundas de las cosas. Esta disposición no es una mera curiosidad superficial, sino un impulso profundo hacia la verdad. El filósofo, movido por esta admiración, no se conforma con las respuestas inmediatas, sino que busca comprender la esencia de la realidad. Además, Castillo destaca que el encuentro con la verdad produce un "deslumbramiento o asombro " que transforma la vida del pensador.
La admiración, por tanto, no es únicamente el inicio del filosofar, sino también la fuerza que sostiene la búsqueda continua de sabiduría. La admiración es aquí entendida no solo como una reacción inicial ante lo desconocido, sino como una actitud sostenida de apertura, curiosidad y humildad intelectual. Esta perspectiva sugiere que filosofar no es una tarea que se agota en la resolución de preguntas, sino una disposición constante del espíritu que se alimenta del asombro ante la realidad. En síntesis, según Genara Castillo Córdova, la admiración constituye el punto de partida del filosofar. Es una actitud de asombro y cuestionamiento que impulsa al ser humano a buscar la verdad y a comprometerse con ella, transformando su vida en el proceso.
Bibliografia
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013.
El asombro es un estado originario de la filosofía porque gracias a él se genera en el alma de los hombres una aspiración por la sabiduría. El asombro, en tanto estado del alma, es aquello que pone en movimiento a las tres partes que la integran y es gracias a este movimiento que el alma obtiene la verdad.
José Luis, este tema de la Filosofía a partir de la admiración y el asombro ofrece una invitación a entrar en algo hermoso y refrescante para la vida. Detenerse a pensar y contemplar cada cosa con atención e intención de descubrir algo nuevo, obliga a soltar la urgencia que presiona, a parar la loca carrera del afán que busca resultados inmediatos. Conocerlo, entenderlo, aprenderlo es el comienzo y entonces viene la pregunta: ¿Cómo lograrlo? Porque ahora es necesario desaprender lo que por toda la vida hemos conocido y en lo que hemos vivido.
Relación entre filosofar y admirarse.
En Introducción a la Filosofía, Genara Castillo Córdova destaca que el filosofar nace de la admiración. Esta admiración no es una simple curiosidad superficial, sino una experiencia profunda que impulsa al ser humano a cuestionar la realidad y buscar respuestas más allá de lo evidente.
Castillo señala que la admiración es el punto de partida del pensamiento filosófico. Cuando nos enfrentamos a situaciones o fenómenos que nos sorprenden o desconciertan, surge en nosotros una inquietud por comprender su esencia. Esta inquietud nos lleva a formular preguntas fundamentales como: ¿Qué es esto? ¿Por qué es así? ¿Cuál es su causa última? Es en este proceso de cuestionamiento donde comienza la actividad filosófica.
La autora también enfatiza que la admiración nos permite percibir aspectos de la realidad que trascienden lo cotidiano y lo temporal. Al admirarnos, nos damos cuenta de que existen elementos permanentes y esenciales en la realidad que merecen ser comprendidos. Este reconocimiento de lo inmutable y esencial nos impulsa a buscar un conocimiento más profundo y radical, característico de la filosofía.
En resumen, según Genara Castillo, la admiración es la chispa que enciende el deseo de filosofar. Es una actitud de apertura y asombro ante la realidad que nos motiva a explorar, cuestionar y comprender las causas últimas de lo que nos rodea. Sin esta capacidad de admirarnos, la filosofía no tendría su punto de partida.
BIBLIOGRAFÍA
Genara Castillo Córdova. Introducción a la filosofía. Piura, 2013
En Introducción a la Filosofía, Genara Castillo Córdova destaca que el filosofar nace de la admiración. Esta admiración no es una simple curiosidad superficial, sino una experiencia profunda que impulsa al ser humano a cuestionar la realidad y buscar respuestas más allá de lo evidente.
Castillo señala que la admiración es el punto de partida del pensamiento filosófico. Cuando nos enfrentamos a situaciones o fenómenos que nos sorprenden o desconciertan, surge en nosotros una inquietud por comprender su esencia. Esta inquietud nos lleva a formular preguntas fundamentales como: ¿Qué es esto? ¿Por qué es así? ¿Cuál es su causa última? Es en este proceso de cuestionamiento donde comienza la actividad filosófica.
La autora también enfatiza que la admiración nos permite percibir aspectos de la realidad que trascienden lo cotidiano y lo temporal. Al admirarnos, nos damos cuenta de que existen elementos permanentes y esenciales en la realidad que merecen ser comprendidos. Este reconocimiento de lo inmutable y esencial nos impulsa a buscar un conocimiento más profundo y radical, característico de la filosofía.
En resumen, según Genara Castillo, la admiración es la chispa que enciende el deseo de filosofar. Es una actitud de apertura y asombro ante la realidad que nos motiva a explorar, cuestionar y comprender las causas últimas de lo que nos rodea. Sin esta capacidad de admirarnos, la filosofía no tendría su punto de partida.
BIBLIOGRAFÍA
Genara Castillo Córdova. Introducción a la filosofía. Piura, 2013
Filosofar: detenerse, contemplar, mirar de nuevo como si fuera la primera vez.
Admirarse: dejarse interrogar, asombrarse. Para admirarse hay que reconocer que lo que se considera indiscutible, merece ser pensado de nuevo.
La actividad filosófica empieza con la admiración, rompiendo con la costumbre. La costumbre de aceptar respuestas para no parecer irrespetuoso tiene que ser deshabituada intencionalmente, para despertar la conciencia ante el misterio del ser. La admiración es una experiencia que al surgir aparta de lo casual y enfrenta a preguntas que antes no se habían considerado. Hace al pensador partícipe de algo mayor, como el primer paso para salir de la rutina y abrirse a la sabiduría.
Según Aristóteles: el ser humano debe acceder al conocimiento porque es capaz de hacerlo y no debe conformarse con menos que seguir aprendiendo. Para filosofar hay que aprender a hacer preguntas radicales.
La admiración es la que revela “la docta ignorancia”, que es saber que no sé, y da el impulso para buscar la verdad con perseverancia, método y paciencia; cuando la verdad es descubierta, no puede ser abandonada sin traicionarse a sí mismo. Sócrates comparó este proceso con el arte de ayudar a dar a luz (Mayéutica).
El hedonismo es enemigo de la filosofía, busca la satisfacción inmediata y la comodidad e impide el acceso a la verdad que requiere paciencia, dedicación y perseverancia.
Bibliografía:
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013.
Polo, L, Introducción a la Filosofía, Madrid: Rialp,1994. Citado por Castillo.
Puppo, Guillermo. Introducción a la filosofía. EFM Licenciatura en Teología y Liderazgo.
Admirarse: dejarse interrogar, asombrarse. Para admirarse hay que reconocer que lo que se considera indiscutible, merece ser pensado de nuevo.
La actividad filosófica empieza con la admiración, rompiendo con la costumbre. La costumbre de aceptar respuestas para no parecer irrespetuoso tiene que ser deshabituada intencionalmente, para despertar la conciencia ante el misterio del ser. La admiración es una experiencia que al surgir aparta de lo casual y enfrenta a preguntas que antes no se habían considerado. Hace al pensador partícipe de algo mayor, como el primer paso para salir de la rutina y abrirse a la sabiduría.
Según Aristóteles: el ser humano debe acceder al conocimiento porque es capaz de hacerlo y no debe conformarse con menos que seguir aprendiendo. Para filosofar hay que aprender a hacer preguntas radicales.
La admiración es la que revela “la docta ignorancia”, que es saber que no sé, y da el impulso para buscar la verdad con perseverancia, método y paciencia; cuando la verdad es descubierta, no puede ser abandonada sin traicionarse a sí mismo. Sócrates comparó este proceso con el arte de ayudar a dar a luz (Mayéutica).
El hedonismo es enemigo de la filosofía, busca la satisfacción inmediata y la comodidad e impide el acceso a la verdad que requiere paciencia, dedicación y perseverancia.
Bibliografía:
Castillo Córdova, Genara. Introducción a la Filosofía (Introducción al pensamiento clásico). Piura: UDEP, 2013.
Polo, L, Introducción a la Filosofía, Madrid: Rialp,1994. Citado por Castillo.
Puppo, Guillermo. Introducción a la filosofía. EFM Licenciatura en Teología y Liderazgo.
Estimada Ana Cristina, me parece muy chevre la idea de que filosofar es como detenerse un momento y ver todo con nuevos ojos, como si fuera la primera vez. A veces uno va por la vida en piloto automático, aceptando todo lo que le dicen sin preguntarse nada, y eso lo va apagando por dentro. Pero cuando uno se admira, se asombra de lo que siempre ha visto, ahí empieza algo distinto: uno empieza a pensar de verdad. Me gustó mucho tu aporte de que la filosofía nace cuando rompemos con la costumbre. Cuestionar lo que todo el mundo da por hecho no es ser problemático, es ser consciente. Además, reconocer que uno no lo sabe todo, esa “docta ignorancia” no es malo, es más bien el primer paso para buscar la verdad con ganas. También estoy de acuerdo con que el hedonismo, eso de buscar solo lo fácil y placentero, va en contra de filosofar. Pensar de verdad toma tiempo, incomoda, y no siempre da respuestas rápidas. Pero vale la pena, porque cuando uno encuentra una verdad, ya no puede volver atrás sin sentirse raro consigo mismo.
Más aún, el resurgir de la filosofía natural medieval parecía ir de la mano de la capacidad admirativa del investigador, pues sin dicha emoción nada resultaba digno de estudio o consideración (Daston; Park, 1998, p. 109)
muy cierto el hedonismo, es enemigo silencioso de la filosofía al poner la satisfacción inmediata y la comodidad en el centro de la vida. Mientras esta última exige paciencia, dedicación y una búsqueda perseverante de la verdad, el hedonismo desvía la atención hacia placeres efímeros que entorpecen la contemplación profunda. Donde hay urgencia por sentir, se apaga el deseo de comprender; donde reina el confort, muere el esfuerzo por trascender. La filosofía crece en el suelo fértil del esfuerzo mental y del deseo genuino de conocer, no en el suelo seco del disfrute sin sentido
De acuerdo a Castillo Córdova la filosofía inicia con la admiración. La capacidad de asombro, la apreciación de la novedad. Pero no es igual a la fascinación que incita el mundo de la publicidad que bombardea constantemente las mentes, sino es algo más. De acuerdo a esta autora, cuando uno se admira su atención se concentra en "eso" de lo cual se admira y que aún no se conoce. ¿Qué es lo admirable? Lo estable, o si quieren, la quietud. Dicho más rápidamente: lo intemporal. (página 45) En suma, la filosofía empieza por el descubrimiento de lo intemporal. Esto es así, porque filosofía en últimas es buscar a Dios, ya su nombre que es admirable, Isaías 9:6. Maravillarse de lo intemporal es maravillarse del Creador que creó el tiempo y está por encima de él. Y esa búsqueda de lo admirable nos lleva también a admirar sus obras maravillosas. "Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor , y en tus maravillosas obras" Salmo 145:6. Por eso, admirarse de la creación asombrosa, de las estrellas y galaxias, de las aves y la comlejidad de una célula, fue lo que hizo que la ciencia comenzara a través de hombres cristianos y creyentes. Eso es filosofía.
Danilo, haces mención de Isaías 9:6 en donde uno de los nombres que se da al Señor es Admirable y pensando un poco en lo admirable que Él es, Lucas relata el asombro de las mujeres al ver la tumba vacía y más adelante las palabras de Cleofás (uno de los dos camino a Emaús) a Jesús: "Y también algunas mujeres entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, y al no hallar Su cuerpo, vinieron diciendo que también habían vista una aparición de ángeles que decían que Él vivía" (Lucas 22:22-23 NBLA). Y mayor fue el asombro de estos dos al saber que se habían encontrado con La Verdad y les había abierto los ojos. Resulta interesante que cuando Jesús se acercó a ellos en el camino, "sus ojos estaban velados para que no lo reconocieran" (v.16). El versículo 18 narra cómo Cleofás le pregunta (¿con asombro?) "¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?",
¿Cuántas veces Jesús se ha acercado a nosotros -en el camino-, no lo hemos reconocido y más adelante Él nos abre los ojos, ¡entonces nos asombramos!
¿Cuántas veces Jesús se ha acercado a nosotros -en el camino-, no lo hemos reconocido y más adelante Él nos abre los ojos, ¡entonces nos asombramos!
Ese tiene que ser el destino al que podemos ir avanzando si en cada encuentro con Dios e Su Palabra nos detenemos a meditar y mientras vamos aprendiendo a filosofar, le permitimos que nos vaya revelando más de Él.
Estimado Danilo Alfonso: la admiración filosófica nace del genuino asombro ante la existencia, buscando comprender la esencia de las cosas. Es una apertura a la trascendencia, un deseo de desentrañar el misterio del ser. En contraste, la fascinación publicitaria es superficial y efímera, diseñada para manipular el deseo y el consumo, impidiendo una reflexión profunda. La filosofía, entonces, requiere una admiración que impulse la búsqueda de la verdad, más allá de la seducción sensorial.
La filosofía encuentra su origen en la admiración, un estado que implica una deshabituación de la percepción ordinaria de la realidad. Admirarse es salir de lo acostumbrado, reconociendo que los conocimientos habituales son insuficientes para responder a las interrogantes que plantea la existencia. Este proceso requiere una serena insatisfacción, una capacidad de preguntarse que impulsa la búsqueda de la verdad.
La admiración se manifiesta en dos momentos: inicialmente, como un acto de sorpresa y conmoción sensible ante la falta de comprensión de algo que nos admira. Luego, se presenta como la búsqueda y el descubrimiento de la verdad, un esfuerzo por penetrar la realidad y desvelar sus misterios. Este encuentro con la verdad ilumina la existencia, enriqueciendo la vida del individuo y permitiéndole ver la realidad de una manera nueva y distinta.
Sin embargo, filosofar y admirarse requieren ciertas condiciones. Es necesario un cierto ocio, un paréntesis en la vida de las ocupaciones, para poder profundizar en lo que permanece en la realidad. Las prisas y los requerimientos del instante pueden impedir la actividad filosófica, llevando a una vida práctica carente de la iluminación teórica necesaria.
Además, se necesita un espíritu esforzado, que no se haya instalado en la comodidad. El activismo y el hedonismo pueden obstaculizar el filosofar, ya que la búsqueda de la verdad requiere tensión y esfuerzo sostenido. En este sentido, las nuevas tecnologías deben estar al servicio del pensar profundo y no sustituirlo.
La admiración y el filosofar constituyen un privilegio y un requerimiento de la naturaleza humana racional. No es humano vivir sin verdad, y la ignorancia es un mal para el hombre. Por lo tanto, incluso en situaciones de urgencia, es importante tratar de pensar, aunque sea después de actuar.
La admiración se manifiesta en dos momentos: inicialmente, como un acto de sorpresa y conmoción sensible ante la falta de comprensión de algo que nos admira. Luego, se presenta como la búsqueda y el descubrimiento de la verdad, un esfuerzo por penetrar la realidad y desvelar sus misterios. Este encuentro con la verdad ilumina la existencia, enriqueciendo la vida del individuo y permitiéndole ver la realidad de una manera nueva y distinta.
Sin embargo, filosofar y admirarse requieren ciertas condiciones. Es necesario un cierto ocio, un paréntesis en la vida de las ocupaciones, para poder profundizar en lo que permanece en la realidad. Las prisas y los requerimientos del instante pueden impedir la actividad filosófica, llevando a una vida práctica carente de la iluminación teórica necesaria.
Además, se necesita un espíritu esforzado, que no se haya instalado en la comodidad. El activismo y el hedonismo pueden obstaculizar el filosofar, ya que la búsqueda de la verdad requiere tensión y esfuerzo sostenido. En este sentido, las nuevas tecnologías deben estar al servicio del pensar profundo y no sustituirlo.
La admiración y el filosofar constituyen un privilegio y un requerimiento de la naturaleza humana racional. No es humano vivir sin verdad, y la ignorancia es un mal para el hombre. Por lo tanto, incluso en situaciones de urgencia, es importante tratar de pensar, aunque sea después de actuar.
La relación entre filosofar y admirarse es bastante grande. Esto porque la filosofía comienza con la capacidad de admirarse. Esto significa no habituarse a las cosas que se ven, aprender a hacer preguntas, entender que no todo lo sabemos, es decir tener la docta ignorancia. Esto nos lleva a buscar la verdad intemporal y que es causa de causas. La verdad última, la causa última, y encontrándola, aprendiendo a hacer las preguntas correctas. Dios es admirable, su nombre es admirable, todas sus obras son maravillosas y reconocerlo es el principio de amar la sabiduría, es decir, el principio de la filosofía. El salmo 145:5 dice, en la hermosura de la gloria de tu magnificencia y en tus hechos maravillosos meditaré.
Empecemos con la pregunta, ¿Cómo amar lo que no se conoce? De los sabios de antaño se aprende que uno de los primeros pasos, es el de tener admiración, es decir, dejar de ver lo ordinario como tal (deshabituándose) y empezar a generar como un recién llegado el sentido de lo nuevo. ¿De donde mas sale la admiración? De la capacidad de hacerse nuevas preguntas produciendo una insatisfacción, no de aquellas que generan ansiedad sino que sigue penetrando lo desconocido, para así poder llegar a nuevos lumbrales. También en esta deshabituación y el hecho de hacerse nuevas preguntas irrelevantes, debe entrar la máxima conocida "Solo se que nada se", para entrar según la tradición socrática en "la docta ignorancia", que es docta porque sabe que ignora y por lo tanto ya sabe algo".
Este primer paso de admiración, va a pasar al segundo, que es el descubrimiento de la verdad, que es como un parto produciendo luz. Es irónico pensar que el amor a la sabiduría se va a encontrar en la búsqueda desenfrenada e insociable de la que formamos parte en la sociedad de consumismo actual, y que ha afectado todo, como lo son las instituciones del saber, reduciendo todo mas a hacer y producir que ser, dejando de lado el amor a la verdad; de ahí nace la necesidad de tener un ocio filosófico que nos ayude a abordar y encarnar las grandes verdades de la vida.
Por ultimo se produce el momento de la verdad de aquella revelación, que no permite el olvido y que se puede reproducir de múltiples formas y a través del arte o una ciencia; en el caso de nosotros, es una persona, Cristo Jesús quien ha llegado en Kairoso especial amor a la verdad y a la sabiduría esta relación personal necesita profundizarse.
Este primer paso de admiración, va a pasar al segundo, que es el descubrimiento de la verdad, que es como un parto produciendo luz. Es irónico pensar que el amor a la sabiduría se va a encontrar en la búsqueda desenfrenada e insociable de la que formamos parte en la sociedad de consumismo actual, y que ha afectado todo, como lo son las instituciones del saber, reduciendo todo mas a hacer y producir que ser, dejando de lado el amor a la verdad; de ahí nace la necesidad de tener un ocio filosófico que nos ayude a abordar y encarnar las grandes verdades de la vida.
Por ultimo se produce el momento de la verdad de aquella revelación, que no permite el olvido y que se puede reproducir de múltiples formas y a través del arte o una ciencia; en el caso de nosotros, es una persona, Cristo Jesús quien ha llegado en Kairoso especial amor a la verdad y a la sabiduría esta relación personal necesita profundizarse.