1. ¿Cómo ha influido el contenido del video en su perspectiva sobre el tema? ¿Ha cambiado su opinión o ha reforzado lo que ya pensaba?
El contenido del video reforzó y amplió mi perspectiva sobre cómo la inteligencia cultural es indispensable para llevar a cabo la misión cristiana de forma relevante. Ya creía que el contexto influye en la manera en que las personas entienden el evangelio, pero esta clase me mostró con más claridad que no todas las culturas procesan los conceptos espirituales de la misma manera. La presentación de la “vergüenza, culpa y temor” como filtros culturales para comprender el pecado y la redención fue especialmente reveladora.
Además, me ayudó a identificar cómo estas categorías están presentes incluso dentro de nuestras propias iglesias, especialmente en contextos multiculturales como el de la iglesia latina en los Estados Unidos. Muchos de nuestros jóvenes, por ejemplo, viven en una cultura donde la imagen pública y la aceptación social son cruciales —lo cual refleja una cultura más orientada hacia la vergüenza que hacia la culpa.
El documento “Diferentes tipos de cultura” confirmó esta perspectiva al mostrar cómo las decisiones cotidianas, la forma de buscar protección o la manera de definir lo correcto varían radicalmente según la cultura predominante. Estos elementos, aunque parezcan pequeños, tienen un impacto directo en cómo se comunica el evangelio y cómo se forman relaciones dentro del ministerio.
2. ¿Qué preguntas o dudas le surgieron tras ver el video, y por qué las considera relevantes para su comprensión del tema?
Una de las preguntas que surgió en mí fue: ¿cómo puede una iglesia desarrollar liderazgo culturalmente inteligente que no solo entienda estas diferencias, sino que también actúe como puente entre generaciones y culturas? Esta pregunta es crucial porque muchos conflictos o desconexiones en nuestras iglesias no se deben a mala intención, sino a la falta de comprensión cultural.
También me hizo reflexionar sobre cómo podemos comunicar el evangelio de una manera que conecte con diferentes marcos culturales sin comprometer la verdad bíblica. Por ejemplo, ¿cómo podemos hablar de salvación a una persona que no siente “culpa”, pero sí siente “vergüenza” o vive con “temor”? Estas dudas no solo me desafían como líder, sino que me invitan a buscar nuevas herramientas pastorales que se adapten al contexto y permitan una misión más efectiva y encarnada.
El contenido del video reforzó y amplió mi perspectiva sobre cómo la inteligencia cultural es indispensable para llevar a cabo la misión cristiana de forma relevante. Ya creía que el contexto influye en la manera en que las personas entienden el evangelio, pero esta clase me mostró con más claridad que no todas las culturas procesan los conceptos espirituales de la misma manera. La presentación de la “vergüenza, culpa y temor” como filtros culturales para comprender el pecado y la redención fue especialmente reveladora.
Además, me ayudó a identificar cómo estas categorías están presentes incluso dentro de nuestras propias iglesias, especialmente en contextos multiculturales como el de la iglesia latina en los Estados Unidos. Muchos de nuestros jóvenes, por ejemplo, viven en una cultura donde la imagen pública y la aceptación social son cruciales —lo cual refleja una cultura más orientada hacia la vergüenza que hacia la culpa.
El documento “Diferentes tipos de cultura” confirmó esta perspectiva al mostrar cómo las decisiones cotidianas, la forma de buscar protección o la manera de definir lo correcto varían radicalmente según la cultura predominante. Estos elementos, aunque parezcan pequeños, tienen un impacto directo en cómo se comunica el evangelio y cómo se forman relaciones dentro del ministerio.
2. ¿Qué preguntas o dudas le surgieron tras ver el video, y por qué las considera relevantes para su comprensión del tema?
Una de las preguntas que surgió en mí fue: ¿cómo puede una iglesia desarrollar liderazgo culturalmente inteligente que no solo entienda estas diferencias, sino que también actúe como puente entre generaciones y culturas? Esta pregunta es crucial porque muchos conflictos o desconexiones en nuestras iglesias no se deben a mala intención, sino a la falta de comprensión cultural.
También me hizo reflexionar sobre cómo podemos comunicar el evangelio de una manera que conecte con diferentes marcos culturales sin comprometer la verdad bíblica. Por ejemplo, ¿cómo podemos hablar de salvación a una persona que no siente “culpa”, pero sí siente “vergüenza” o vive con “temor”? Estas dudas no solo me desafían como líder, sino que me invitan a buscar nuevas herramientas pastorales que se adapten al contexto y permitan una misión más efectiva y encarnada.